Hacia las 11:20 horas entramos en la catedral para la misa del peregrino de las 12:00. La catedral estaba ya hasta los topes. No había ni una plaza libre para nosotros cinco. Pongo las palabras que Luis Jr. escribió en su diario:
“Muchos, muchísimos peregrinos ya habían llegado y la catedral estaba abarrotada. Nosotros tuvimos suerte, pues abuelito se sentó en el suelo entre el primer banco y el altar, y nos colocó a nosotros cuatro a su lado. A no mucho tardar se acercó uno de los muchos supervisores de la catedral y con gestos muy claros nos indicaba que abandonásemos el sitio. Abuelito habló con él en Español y a la vez gesticulaba con sus manos en la dirección de Carla y mía. Yo no pude oir lo que hablaban pero el resultado fue fantástico. El señor nos permitió el quedar allí sentados. “Teníamos un sitio privilegiado directamente delante del altar!