
Para colmo, los últimos tres kilómetros estuvieron tormentosos. La lluvia azotaba nuestras caras. El viento soplaba como un huracán alrededor de nuestros oídos. Tenemos que sujetar nuestros ponchos y chubasqueros, de lo contrario corren el riesgo de “salir volando”. Fue muy incómodo. Después de unas 5 horas y media llegamos al final de la etapa en el Puerto de la Marta a 1117 m de altitud.
Mi mayor preocupación fueron Carla y Gabriel, pero sorprendentemente lo aguantaron brillantemente. Creo que tuve yo más problemas que ellos (aunque no dije nada al respecto).